EL ROL DE LAS MUJERES Y EL CAMBIO CLIMATICO

Sumario: I. Introducción. II. Conceptos básicos. III. Género y cambio climático. IV. Marco legal. V. Conclusión.

Por Natalia Langer (*)

I. INTRODUCCION
Es sabido que el cambio climático es uno de los retos más importantes de la actualidad a nivel mundial y el tiempo para tomar medidas que aminoren las consecuencias del calentamiento global se agota.
En la actualidad millones de personas sufren ya los efectos catastróficos de desastres naturales extremos exacerbados por el cambio climático: desde las prolongadas sequías hasta las devastadoras tormentas tropicales, sumando además los devastadores incendios que arrasaron con millones de hectáreas de bosque.
Lamentablemente estamos ante un fenómeno que afecta especialmente a quienes menos han contribuido a su aparición, ya que tiene un mayor impacto en los sectores de población más vulnerables, y en particular entre las personas que dependen más de los recursos naturales para su sustento.
Pero en este trabajo me interesa resaltar las consecuencias particulares sobre las mujeres, las cuales se han visto expuestas a la discriminación de género en diferentes formas (responsabilidad desequilibrada ante las tareas domésticas, brecha salarial, techo de cristal, acoso sexual, violencia de género, invisibilización, etc.) y la realidad del cambio climático no es
ajena a estas discriminaciones. Cabe resaltar que las mujeres somos mayoría entre la población más pobre, y por ende hay un mayor riesgo y probabilidad de sufrir las consecuencias del cambio climático.
II. CONCEPTOS BASICOS
Antes de adentrarme al tratamiento especifico me parece relevante resaltar algunas definiciones básicas sobre la temática.
En el glosario redactado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (1) (IPCC, por su sigla en inglés) da las siguientes definiciones:

  • Cambio climático: Variación del estado del clima, identificable (p. ej., mediante pruebas estadísticas) en las variaciones del valor medio o en la variabilidad de sus propiedades, que persiste durante largos períodos de tiempo, generalmente decenios o períodos más largos. El cambio climático puede deberse a procesos internos naturales o a forzamientos externos tales como modulaciones de los ciclos solares, erupciones volcánicas o cambios antropógenos persistentes de la composición de la atmósfera o del uso del suelo. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en su artículo 1, define el cambio climático como «cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima
    observada durante períodos de tiempo comparables». La CMNUCC diferencia, pues, entre el cambio climático atribuible a las actividades humanas que alteran la composición atmosférica y la variabilidad climática atribuible a causas naturales.
  • Vulnerabilidad: Propensión o predisposición a ser afectado negativamente. La vulnerabilidad comprende una variedad de conceptos que incluyen la sensibilidad o susceptibilidad al daño y la falta de capacidad de respuesta y adaptación.
  • Vulnerabilidad clave, riesgo clave, impacto clave: Vulnerabilidad, riesgo o impacto al que se refiere la definición y el concepto de «interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático» en la terminología de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en su artículo 2, y que merece particular atención por parte de los responsables de políticas en ese contexto. Los riesgos clave son consecuencias adversas potencialmente graves para los sistemas humanos y socioecológicos debido a la interacción de peligros relacionados con el clima con vulnerabilidades de las sociedades y los sistemas expuestos. Los riesgos se consideran «clave» por una peligrosidad alta o por una vulnerabilidad alta de las sociedades y los sistemas expuestos, o por ambos. Las vulnerabilidades se consideran «clave» si tienen potencial para combinarse con sucesos o tendencias peligrosas de los que se deriven riesgos clave. Las vulnerabilidades que tienen poca influencia en el riesgo relacionado con el clima, por ejemplo, debido a falta de exposición a los peligros, no se consideran clave. Los impactos clave generan consecuencias graves para los sistemas humanos y socioecológicos.
    Por su parte en la Declaración de Principios Éticos en relación con el Cambio Climático (2) en su artículo 10 establece que son los «Grupos vulnerables» y dice «Al responder al cambio climático, otorgar prioridad a las necesidades de los grupos vulnerables, que incluyen, entre otros colectivos, a personas desplazadas y migrantes, comunidades locales y poblaciones indígenas y personas con discapacidad, teniendo en cuenta la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la equidad intergeneracional».
    III. GÉNERO Y CAMBIO CLIMATICO
    El cambio climático tiene impactos directos sobre los recursos naturales que son esenciales para la vida cotidiana como son el agua, los recursos pesqueros, la disponibilidad de fuentes de energía, y la biodiversidad. La escasez o la dificultad de acceder a estos recursos puede tener serias implicancias desde una perspectiva de género y uso del tiempo. Las mujeres, especialmente las rurales, indígenas y campesinas son las principales responsables de la alimentación familiar, así como de recolectar recursos básicos para la subsistencia de los hogares como son el agua y la leña. Estas responsabilidades, asignadas culturalmente,
    corresponden al trabajo no remunerado realizado por niñas y mujeres y la escasez de estos pueden aumentar el tiempo que deben dedicarse a ello, resultando en la profundización de los nudos estructurales de la desigualdad.
    Las personas en situaciones de pobreza y marginalización, entre las cuales se encuentran las mujeres, generalmente tienen menos capacidad de amortiguar incluso los riesgos climáticos más moderados y son las primeras en experimentar la erosión de activos, círculos de pobreza
    y límites a su capacidad adaptativa. El cambio climático es entonces, una carga adicional y puede empujarlas hacia la pobreza crónica al impactar directa y severamente el acceso a los medios de subsistencia (3).
    Por otro lado, los patrones culturales patriarcales, discriminatorios y violentos y predominio de la cultura del privilegio continúan en América Latina y el Caribe y también se manifiestan en la problemática del cambio climático. Si bien las mujeres han sido las guardianas de la
    biodiversidad y poseen conocimientos específicos y valiosos que pueden proporcionar soluciones sustentables frente al cambio climático, los patrones culturales patriarcales tienden a excluir e ignorar los conocimientos de las mujeres, especialmente de las mujeres rurales,
    indígenas y afrodescendientes (4).
    Es por todo ello que, las consideraciones de género deben estar al centro de las políticas y programas para el cambio climático en países en desarrollo porque (5):
  • Existe un impacto diferenciado del cambio climático sobre las mujeres;
  • Las diferencias entre los roles y responsabilidades de hombres y mujeres pueden influir en la capacidad del individuo para tomar acción frente al clima;
  • Las diferencias en «tener voz y poder» significan que las prioridades de las mujeres puede que no sean reconocidas, a nivel local y global;
  • Es probable que los programas de adaptación sensibles al género sean de lejos más eficaces para proteger las vidas y medios de subsistencia: el empoderamiento de las mujeres tiende a hacerlas menos vulnerables al impacto causado por desastres;
  • Las mujeres tienen el potencial para contribuir a la par en la transición baja en carbono»
    La ONU ha reconocido que «las mujeres tienen un enorme potencial para crear redes de distribución y servicios en zonas rurales, disminuyendo el costo y aumentando el acceso a las energías sostenibles (6)». Por estos motivos, es necesario que los estados protejan los derechos de las mujeres en general, pero más aún en el contexto de cambio climático, y que empoderen su participación en la toma de decisiones.
    IV.MARCO LEGAL
    Conforme al marco normativo internacional de los derechos humanos, los Estados tienen la obligación de respetar, proteger, y realizar los derechos humanos y las libertades fundamentales sin distinción de etnia, sexo, género, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, discapacidad u otra
    condición. Los instrumentos de derechos humanos, y de manera específica la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), establecen obligaciones de los Estados para garantizar la igualdad sustantiva, y los derechos
    de las mujeres y adoptar medidas para poner fin a todas las formas de discriminación. Las obligaciones son vinculantes para los Estados parte y se aplican en todas sus acciones, incluidas las ambientales.
    Con relación a los acuerdos ambientales, los instrumentos jurídicos y las decisiones emanadas de las Conferencias de las Partes y otros procesos intergubernamentales a lo largo de las últimas décadas han comenzado a integrar un lenguaje que reconoce y promueve la igualdad de género y los derechos humanos, incluidos en los resultados de los Acuerdos Ambientales Multilaterales como por ejemplo: el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) y los Convenios de Basilea, Rotterdam y Estocolmo (BRS), así como los principales mecanismos financieros ambientales, tales como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM, o GEF por sus sigla en inglés), el Fondo Verde para el Clima (FVC, o GCF por su sigla en inglés) y los Fondos de Inversión para el Clima (FIC, o CIF por sus sigla en inglés), Fondo de Adaptación (FA), entre otros.
    Se debe resaltar también la Estrategia de Montevideo para la implementación de la Agenda Regional de Género en el marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030 acordada en 2016, identifica cuatro nudos estructurales que deben ser enfrentados para alcanzar la igualdad de género en la región: la desigualdad socioeconómica y la pobreza; los patrones culturales patriarcales, discriminatorios y violentos y la cultura del privilegio; la división sexual del trabajo y la injusta organización social del cuidado; y la concentración del poder y las relaciones de
    jerarquía en el ámbito público. Todos estos nudos estructurales también se manifiestan en la problemática del cambio climático. Adicionalmente, como resultado de la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe en Chile en el año 2020, los Estados
    miembros de la CEPAL aprobaron el Compromiso de Santiago, en el que se establecen compromisos específicos para transversalizar la perspectiva de género en las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático» (7).
    En febrero del 2021, la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, en su 60a Reunión, reconoció que «la pandemia provocada por la enfermedad por coronavirus (COVID-19) tiene efectos sin precedentes en el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones -económica, social y ambiental- que han llevado a la mayor
    contracción de la actividad económica en la historia de la región, con un impacto desproporcionadamente alto en las mujeres y las niñas al profundizar los nudos estructurales de la desigualdad de género»; y exhortó a que las políticas de respuesta y recuperación a la pandemia de COVID-19 incorporen una perspectiva de género, incluyan la participación de las mujeres en su diseño y ejecución y contribuyan a superar las múltiples e interrelacionadas formas de violencia, discriminación, exclusión y desigualdad que afectan de manera
    desproporcionada a las mujeres en toda su diversidad (8)».
    De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), de mantenerse la trayectoria actual es probable que el incremento de la temperatura media mundial supere los 1,5 grados centígrados en 2030.En su informe especial de 2018, sobre el
    calentamiento global, el IPCC examinó los efectos de este aumento de la temperatura mundial que, a grandes rasgos, incluyen cambios en patrones climáticos, intensificación de los desastres naturales y pérdida de ecosistemas, que disminuirían las posibilidades de superar la
    pobreza y la desigualdad, y de alcanzar el desarrollo sostenible, y estos efectos del alza de las temperaturas afectarán en forma desproporcionada a las poblaciones en situación de mayor
    vulnerabilidad a través de inseguridad alimentaria, alza del precio de los alimentos, pérdidas de ingresos, pérdidas de actividades de sustento, impactos en la salud y desplazamientos. Se prevé que las mayores secuelas afectarán a aquellas personas que dependen de las
    actividades agrícolas y costeras, a las poblaciones indígenas, a niños, niñas y personas mayores, a personas en situación de pobreza y a las poblaciones y ecosistemas de países insulares como los países del Caribe (9).
    Al respecto, el IPCC destaca que «Las diferencias en vulnerabilidad y exposición surgen de factores no climáticos y de desigualdades multidimensionales a menudo producidas por procesos de desarrollo desiguales. Estas diferencias dan forma a los riesgos diferenciales del
    cambio climático . Las personas que están marginadas social, económica, cultural, política, institucional o de otra manera son especialmente vulnerables al cambio climático y también a algunas respuestas de adaptación y mitigación . Esta vulnerabilidad aumentada rara vez se
    debe a una sola causa. Más bien, es el producto de la intersección de procesos sociales que dan como resultado desigualdades en el estado socioeconómico y los ingresos, así como en la exposición. Dichos procesos sociales incluyen, por ejemplo, la discriminación basada en el
    género, la clase, el origen étnico, la edad y la (dis)capacidad (10)».
    Por ende, los impactos desiguales del cambio climático desde una perspectiva de género están fuertemente vinculados a la desigualdad socioeconómica y a la persistencia de la pobreza en el marco de un crecimiento que es excluyente e insostenible. Previa a la crisis sanitaria, las mujeres ya se encontraban sobrerrepresentadas en situaciones de pobreza. En 2019, según datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) por cada 100 hombres viviendo en hogares pobres, habían 112.7 mujeres en similar situación
    evidenciado así su falta de autonomía económica. La crisis sanitaria y sus consecuencias económicas han profundizado la pobreza y la desigualdad y las mujeres se han visto especialmente afectadas frente a la fuerte caída de la actividad económica en sectores clave para la ocupación laboral femenina como son el turismo, la manufactura, el comercio y el trabajo doméstico remunerado. Esto ha resultado en una contundente salida de las mujeres de la fuerza laboral con una caída en la tasa de participación laboral femenina que representa un retroceso de 10 años y se proyecta un incremento en el número de mujeres latinoamericanas que vivirán en situación de pobreza (11).
    Por último, se debe resaltar lo establecido en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) los cuales son una hoja de ruta para hacer realidad los derechos humanos de todas las personas y lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas, es por ello que el ODS 5 trata la igualdad de género y en ODS 13 sobre la acción por el clima, donde específicamente en su meta 13.b establece: «Promover mecanismos para aumentar la capacidad para la planificación y gestión
    eficaces en relación con el cambio climático en los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo, haciendo particular hincapié en las mujeres, los jóvenes y las comunidades locales y marginadas».
    V. CONCLUSIÓN
    Como bien lo relaté a lo largo de este trabajo, el cambio climático no solo pone en peligro nuestros ecosistemas; también quebranta los cimientos de nuestros derechos fundamentales, agrava la desigualdad y genera nuevas injusticias. La adaptación al cambio climático y la atenuación de sus efectos no es únicamente un asunto de conocimientos científicos y voluntad política, sino que exige además una perspectiva amplia sobre una situación compleja.
    En la actualidad seguimos observando que los esfuerzos por incorporar la igualdad de género en las respuestas frente al cambio climático se limitan a intervenciones técnicas simplistas, específicas y cortoplacistas que en su aplicación no han logrado quebrar las estructuras de poder desiguales o incidir estructuralmente para cerrar las brechas de género y todo ello obstaculiza el desarrollo sostenible. Estas desigualdades se manifiestan en diferentes ámbitos y sectores, y las iniciativas relacionadas con la adaptación y la mitigación asociadas al cambio
    climático no son una excepción.
    Por ende, la acción contra el cambio climático puede reforzar o exacerbar las desigualdades, o apuntar intencionalmente a superarlas y acelerar el paso hacia la igualdad de género.
    Para finalizar entiendo que el análisis de las relaciones entre género y cambio climático se debería abordar al menos desde tres perspectivas diferenciadas: desde las causas (quién origina el cambio climático o contribuye más a ello), desde los efectos (quién lo sufre más o
    sobre quién recaen sus consecuencias) y desde las actitudes y opiniones (que orientan sobre la posición y el papel adoptado por cada género en relación con el cambio climático).

(1) IPCC, 2013: Glosario [Planton, S. (ed.)]. En: Cambio Climático 2013. Bases físicas. Contribución del Grupo de trabajo I al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático [Stocker, T.F., D. Qin, G.-K. Plattner, M. Tignor, S.K. Allen, J. Boschung, A. Nauels, Y. Xia, V. Bex y P.M. Midgley (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, Reino Unido y Nueva York, NY, Estados Unidos de América
(2) Declaración de Principios Éticos en relación con el Cambio Climático.Disponible en http://portal.unesco.org/es/ev.phpURL_ID=49457&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
(3) Olsson, L., y otros (2014): «Livelihoods and poverty». In: Climate Change 2014: Impacts, Adaptation, and Vulnerability. Part A: Global and Sectoral Aspects. Contribution of Working Group II to the Fifth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, Field, C.B. y otros (eds.), Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom y New York, NY, USA, pp. 793-832.
(4) CEPAL, 2017
(5) Revista La Alianza Clima y Desarrollo (CDKN) noviembre de 2012
(6) ONU Mujeres, «Igualdad de género, empoderamiento de las mujeres y cambio climático,» disponible en: https://lac.unwomen.org/es/noticias-y-eventos/en-la-mira/climate-change
(7) CEPAL – Serie Asuntos de Género N° 159
(8) https://www.cepal.org/es/noticias/cancilleres-altas-autoridades-america-latina-caribesuscriben-declaracion-p litica
(9) Roy, Joyashree y otros (2018), «Sustainable Development, poverty eradication and reducing inequalities», Global Warming of 1.5°C. An IPCC Special Report on the impacts of global warming of 1.5°C above pre-industrial levels and related global greenhouse gas emission pathways, in the context of strengthening the global response to the threat of climate
change, sustainable development, and efforts to eradicate poverty, V. Masson-Delmotte y otros (eds.), en prensa.
(10) IPCC, 2014
(11) CEPAL, 2021

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